¿De dónde vienen los bonsáis?
El arte milenario del bonsái es una práctica originaria de Asia que ha acabado por extenderse al resto del mundo. Su nacimiento se remonta a los monasterios taoístas de China donde el cultivo de estos árboles en miniatura simbolizaba la unión entre lo eterno y lo finito, lo divino y lo terrenal. Pero más allá de sus connotaciones religiosas, y sin abandonar nunca su significado espiritual, fue en Japón donde se desarrolló esta curiosa técnica tal y como hoy en día la conocemos -incluido el propio término bonsái, que deriva de la unión de los términos “bandeja” y “cultivar”-.
¿Qué es un bonsái?
En pocas palabras, el bonsái consiste en obtener ejemplares a escala reducida de distintas especies de árbol. Es decir, en conferir el aspecto maduro y ajado típico de un árbol adulto salvaje a uno cultivado en maceta y al que, por ello, se le impide crecer como lo haría de forma natural. Por lo tanto, se trata de una fábula aquello de que un bonsái es un ejemplar obtenido a partir de semillas modificadas genéticamente o de especies “enanas”. Lo cierto es que cualquier plantón puede, con dedicación y paciencia, transformarse en bonsái, siempre y cuando se conozcan las técnicas de cultivo adecuadas. Hoy te ofrezco algunas pinceladas básicas para despertar tu interés sobre este milenario arte.
Como todo arte, pues, el bonsái es una forma de expresión fundamentalmente estética, de modo que en él priman valores como el impacto visual, la armonía compositiva o la belleza paisajística. En este sentido, la calidad de cada ejemplar no se circunscribe a la del propio árbol, sino que también se tienen en cuenta elementos “extra-botánicos”, por así decirlo, como la concordancia entre la maceta elegida y el árbol expuesto, o la posición y manera en que el bonsái es presentado ante el público.
Bonsáis expuestos en pedestales (por Javier Clari)
Uno de los principales problemas en el mundo del bonsái es la falta de información sobre este arte, lo que lleva a errores de cultivo, desilusiones y abandono de la afición. Existe la falsa creencia de que cuidar de un bonsái es algo realmente complicado, pero no es tan difícil si se tienen algunas nociones botánicas. Ahora vamos a romper este mito…
¿Por qué se muere mi bonsái?
Seguro que todos conocemos, por experiencia propia o por la de terceros, algún caso de muerte prematura de un bonsái. Y es que comúnmente se comete el error de cultivarlo como si se tratase de una planta de interior, cuando lo cierto es que lo que tenemos entre manos no es sino un árbol que, al igual que los pinos del monte o las moreras de la calle, necesitan la luz solar para sobrevivir. Así que, no te olvides del punto más importante: oblígate a cultivarlo en un lugar suficientemente iluminado o de lo contrario acabará enfermando.¿Te gustan los bonsáis? Aprende aquí cómo cuidarlos
Y ahora sigamos con el resto de cuidados necesarios de un bonsái…
Riego:
Como cualquier vegetal los bonsáis necesitan agua para poder absorber nutrientes. Cada especie en particular necesita unas condiciones de humedad distintas (véase listado de especies para entrar en mayor profundidad bonsaicuidados.org) pero, como norma genérica, se aconseja regar cuando la parte superficial del sustrato comience a secarse.
Abonado:
Se debe abonar los bonsáis durante toda la etapa de crecimiento vegetativo, es decir, entre primavera y otoño, haciendo una pausa en verano durante las semanas más calurosas (ya que los árboles dejan de crecer con temperaturas extremas). Se debe emplear abono orgánico de liberación prolongada, el cual fermenta poco a poco e impide que sobre-fertilicemos el bonsái y dañemos sus raíces.
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Emplazamiento:
Cada especie tiene unas necesidades lumínicas, pero como norma general se recomienda ubicar el árbol en una orientación este, ya que recibe las horas de sol directo por la mañana, evitando así secones durante las horas centrales en verano.
Presentación de los bonsáis (por Javier Clari)
Trasplante:
Los árboles hay que trasplantarlos eventualmente: generalmente cada 2-3 años en ejemplares jóvenes y hasta cada 10 años en bonsáis más viejos. La razón de hacer esto, es para conseguir una mayor oxigenación en las raíces, ya que con el paso de los años las raíces se quedan sin espacio en la maceta y comienzan a formar un cepellón muy compacto y duro que no deja penetrar correctamente el agua entre el sustrato, de forma que empiezan a aparecer problemas de cultivo. Durante este proceso se suele recomendar cortar 2/3 de las raíces, pero siempre intentando respetar los capilares más finos a costa las raíces gruesas, ya que a mayor cantidad de estas raicillas existirá una mejor capacidad de absorción de los nutrientes.
El sustrato escogido dependerá del tipo de árbol, pero en general se suele usar una tierra porosa, que a su vez tenga cierta capacidad de retención de agua. Un ejemplo de ello seria la mezcla de akadama con kiryu o la de akadama con pómice.
El bonsái desde el punto de vista del paisajismo
Al margen de los cuidados, también conviene conocer de qué manera usar el bonsái para conseguir un espacio sublime en el jardín. Podrías marcar la diferencia entre un rincón que gusta y otro que enamora. Un bonsái es una herramienta ideal de diseño que ofrece diferenciación, elegancia y personalidad.
Bonsáis como decoración en el jardín (por Javier Clari)
En primer lugar, es posible personalizar el “display” o la presentación de la colección en estanterías, en pedestales, en bancos… La forma de exponer el arbolito es algo muy personal, pero que puede conseguir un efecto espectacular y señorial.
En segundo lugar, la maceta es algo a tener muy en cuenta, ya que debe ir al unísono con la especie (de lo contrario puede quitar protagonismo al propio árbol o incluso lucir más que éste). De tal forma que, si la bandeja está bien elegida, transmitirá unas emociones que con una planta normal sería imposible de evocar. Hay que imaginarlo como una representación de la naturaleza a escala reducida, por lo que el abanico de posibilidades es muy amplio.
En tercer lugar, hay que tener en cuenta las especies y tamaños elegidos. Con una rigurosa decisión de los ejemplares, conseguirás efectos extraordinarios. Construirás ambientes (empleando especies de un mismo hábitat) o incluso lograrás combinaciones muy exóticas si asocias árboles que no tienen nada que ver, como un ficus y un arce japonés.
El tamaño también será algo a tener en mente porque, según cómo agrupes los bonsáis, conseguirás un efecto distinto (profundidad, realismo, etc.)
El hecho de tratarse de un ser vivo que puede moldearse por la mano del hombre y que a su vez cambia de aspecto, a lo largo de las estaciones y de su vida, supone muchas ventajas pero también grandes desafíos. ¿Qué me dices, te animas…? Cuenta con un bonsái para dar el toque de glamour, elegancia y exclusividad a ese rincón de tu casa.
Este artículo ha sido publicado por Javier Clari en el blog de joseeljardinero.com si quieres ver la publicación original haz click aquí